No es pedir

Que yo sea suficiente.
Que tenga paz con sí mismx.
Que putee a quien tenga que. 
Que se desgarre con quien tenga que.
Que aprenda de quien tenga que.
Y que nada de eso le duela.
Que mire firme.
Sostenga firme.
Que se mantenga firme.
Que sea suficiente.
Que confíe.
Que valore la incondicionalidad.
Que no rompa las plantas.
Que no se adore.
Que no se obstine.
Que no posea.
Que sea feminista.
Que crea en los ovnis.
Que no le guste Star Wars.
Que sepa de música lo que pueda expresar con las manos.
Que le guste escuchar teorías conspirativas.
Que me deje contarle mis sueños.
Que no disfrute del olor de los libros.
Que no haya perdido la capacidad de sorpresa.
Que se sienta pequeñx.
Que se sienta inmensx.
Que le brillen los ojos.
Que mida lo que dice.
Que no mida lo que imagina.
Que no cierre puertas.
Que su intuición sea innata.
Que no tenga miedo de tener miedo.
Que no tenga miedo de decir que tiene miedo.
Que me deje abrazarle si le da miedo.
Que sepa cuánta suerte tiene de tener la vida.
Que ame a sus padres. Sean quienes sean.
Que no ande construyendo burbujas.
Que sea incapaz de mentir.
Que sea capaz de cazar una mentira.
Que sepa de descontrol.
Que conozca su condición salvaje.
Que sea salvaje.
Que me diga mi nombre completo cuando se levanta a la mañana.
Todo eso, si o no a todo eso. No importa.
Pero que yo, por favor sí, sea suficiente.

Cuando decís que no

Es re fácil abrir una puerta, realmente. Parece que no, no la vemos, no la encontramos, buscamos posibilidades y no sabemos por dónde entrar. Pero están ahí, todas las puertas, pintadas del mismo color que el paisaje para que tengas que desentrañarlo si querés encontrarlas.
Cuando estás en plan de "sí, señor", el espacio en el que te vas moviendo va cambiando de perspectiva, va rompiendo esquemas y va salteando prejuicios para darte a descubrir todo ese universo de oportunidades. Entonces, cuando viste todo, cuando ya dejás de ver el código para escribirlo, es el momento de decir que no.

Cuando tenés que negarte (si, tenés que) a hacer o decir cosas es cuando mejor elegís tu propósito en el aquí y ahora. No te exponés y no definís nada, sólo elegís qué dimensión querés experimentar y vas diciendo conforme vas probando lo que creés que necesitás: de vos y de otrxs también. Es casi como si pudieras reconocer lo que puede, o no, pasar si decís tal o cual cosa. Perdón, no es "casi como". Es como. Perdón, no "es como si pudieras reconocer". Podés claramente entender de qué van las cosas.

La "inevitabilidad" es mas certera. Las "cosas que pasan" tienen un propósito y una explicación mas allá de subjetividades. Te volvés objetivx y tus metas están en la mira. Nadie te falta el respeto, aún aquella persona que, dentro de tus conceptos de valores y morales, te "falló". No sos mas importante. No andás obstinadx diciendo o haciendo como si todxs fueran enemigxs. La incondicionalidad es la vedette de ésta nueva actitud. La gente puede confiar en vos, para muchas cosas. Y estás dejando abierta esa posibilidad para que aquello en lo que se puede confiar de vos, pueda variar dependiendo de tus propias necesidades y tus sinceros anhelos.

No. No flashés. No sonreís constantemente, no sos inmensa e inevitablemente feliz cotidianamente. El mundo es una mierda. Nacimos para sufrir y para pelear en vano por causas perdidas o, inclusive, inexistentes. Pero le decís que no al sentimiento de frustración, y cuando avanzás, le das una piña tremenda a ese bajito ego. Te vas entendiendo, y dejás de frustrar a la gente alrededor tuyo. "Ser incalcanzable", es el propósito. Tocar la vida lo menos posible, para nutrirnos de nuestro propio poder cuando sentimos cada parte de nuestros pies tocando el suelo que sí nos sostiene.

Entonces, no tenemos miedo de estar solxs, tampoco tenemos miedo de tener amigxs, ni de tener novixs, ni gentes ocasionales para besar, abrazar o charlar. No tenemos miedo de ver a otrx libre.

Por que es Eso lo que nos encarcela: el miedo a que el/la otrx ser tenga la libertad de elegir si darnos un espacio en su vida, o no. Y en todo ese manoseo inconsciente manipulador y controlador, ya perdiste. Y si seguís así, vas a perder siempre.

Ah, de repente estaba hablando con vos. Gracias. Chau, gracias.

Detalles, capítulo III: El día que le pedí que sea mi novio

Era el cumple de mi compañero de banda, tengo un dúo. Habíamos ensayado 3 veces con un muchacho que yo no conocía previamente, que era multi instrumentista. Mi compañero lo invitó a su cumpleaños. "EL" y yo todavía no "eramos nada", esa noche ibamos a ir juntos, "él" me iba a pasar a buscar. Media hora antes de que pase a buscarme, el multi instrumentista me manda un mensaje y me dice que está de pasada a la casa de nuestro compañero pero que necesita que lo pasen a buscar. Considero que no a haber problema y le digo que nosotros pasamos. Cuando subo al auto y le cuento a "EL" se enoja, se ofende y le digo que no pasamos y me dice que sí, se encapricha y dice que si. Lo buscamos, lo trata mal, me ignora toda la fista. Cuando nos vamos, lo llevamos. Cuando llegamos a su casa me dice "Estuviste hablando toda la tarde con él y me decís a último momento que lo pasemos a buscar?"
Se enoja. Sus ojos se abren grande, le crecen los tendones del cuello, le tiembla la boca y toda la cabeza.
Le pregunto "Vos estás suponiendo que yo tengo algo con él?"
"No sé, decime vos", sigue físicamente igual.
A lo que respondo "¿Querés ser mi novio?"

RESPETATE DESDE EL DÍA CERO.




FIN

Detalles, capítulo II: El recital

"El" estaba trabajando. Ése sábado tocaba con mi banda en un bar. Mi compañero de banda, su hermana y mi amiga (novia de mi compañero de banda) nos reunimos antes del recital a hacer una picada. Las dos chicas (coquetas como ninguna y fanáticas de jugar a la "muñeca viviente") decidieron que lo que llevaba puesto no era correcto. Así que me vistieron y maquillaron. Cuando llegamos al bar fuimos al baño y le mandé una foto de mi tirándole un beso.
Me contestó con la pregunta: "¿Porqué cada vez que no estoy te pintas los labios?"

Yo nunca en mi vida tuve pintalabios, nunca me interesó, después de eso pensé y me compré uno para complacerlo a él.
Cuando me separé, lo regalé.


FIN

Detalles, capítulo I: Supermercado

Estoy en el supermercado haciendo compras, también hablando con "EL" por teléfono que estaba trabajando lejos (trabaja 14 días por mes lejos de su casa).
No tengo carro, me olvidé de agarrar uno en la puerta. Estoy en la parte de las verduras y me doy cuenta que no tengo carro, miro alrededor y veo uno a lo lejos. Me voy acercando a ver y calculo que nadie es dueño de él; en la misma situación viene un chico con cosas en su mano e intenta poner sus cosas adentro. Me nació algo de maldad y le grité "Ese carro es mío, muchacho", el chico se avergonzó, me pidió disculpas y se acercó a otro carro que estaba mas allá para usarlo. Yo ya con mi carro, riendo por dentro esperando que el chico se fuera para contarle a mi novio, vuelvo a tener un destello de maldad y le vuelvo a decir "Ese carro es mío". El chico se dio vuelta avergonzado. Cuando vió que era yo de nuevo se rió y se fue con sus cosas y su carro. Yo me reí: una alegría cotidiana, hacerle un chiste a alguien desconocido. Antes de que pueda contarle a mi novio, "EL" me dice: "¿Con quién te estás haciendo la linda?"




FIN

Serie Detalles: Epílogo

Úsenlo, cópienlo, no me interesa. La serie Detalles son los relatos de los pequeños momentos que se pueden llegar a vivir con un hombre que no sabe que es machista, criado en los 90 de forma materialista y obstinada.

Pero también habla de las cosas que podés evitar como mujer sólo con quererte y valorarte por quien sos: unx individua mas de éste mundo y merecés decir que no..