Una de esas, uno de esos

Aquella niña que dispara sal en agua de sus ojos, trae consigo una historia: de uno de esos que te hacen tragar el cuento, de que estás enamorada. Llegan sonrientes, airosos de saber que te van a tener. Porque su juego es mental, porque no caminan con el corazón. Llevan consigo el perfume indicado, el que te gusta. Tienen en sus bocas las palabras justas, las que querés oír. Y te ensamblan toda una narrativa de amor, se pintan de azul con una corona... Y te besan, como a nadie vos pensás, como a todas. Como a ninguna. 
Esa niña fué, para que otra, vieja y ya madura, deje de ser en él. O tal vez, fue para limpiar un poco el barro. Le hizo daño, y fue muy simple: dos miradas, y una charla guiada por ella, para el beneficio del lobo. Unos piropos, que ella misma pidió sin darse cuenta, con sus maneras, con sus ademanes, con sus miradas, con sus necesidades. Él conoce las necesidades de una damita que tiene las puertas del alma tan abiertas, la sonrisa tan facil. Él puede hacer vibrar hasta el mas recóndito rincón de su corazón, pero es todo una ilusión. Son fragmentos pulsionales expresados físicamente por ella, que tienen su desembocadura en sutiles manipulaciones inconscientes... de él.
Si alguna vez despierta, dicha damita, de tanto sueño mojado en mar, podrá ver que el cuchillo que atraviesa su pecho está en su mano. Nadie mas que ella puede llegar a hacerse tanto daño, suelta la venda, el ojo se acostumbra a la luz. Y la cara del lobo no es mas bonita. 
Él seguirá su camino, limpiando su alma de viejas y maduras mujeres que han aprendido de él, pero él de ninguna. Hasta que una le diga que no, y allí comience su propio aprendizaje.


Gracias, lobo, de todas formas. Uno de esos que de tanto mal, hace un gran bien.