Tiempo

Dame tiempo, ese que me quita la luz del día.
Luna, dame tiempo.
Entiendo que el amanecer me dió valor para enfrentarme, cuando antes vivía por y para tu sombra. El Sol me miró y ya no pude esconderme, pero eras vos la que siempre me condenabas, vivía a tu merced.
Luna, dame tiempo. Moneda corriente, si las hay. La belleza, la confianza y la destreza se achacan con el tiempo. Dejame un rato más. Si puedo convencerte que te quedes ahí conmigo, tal vez pueda enamorarlo.
Con toda tu luz de mi mano puedo creer que soy Afrodita, saltar bien alto y dar la estocada. Si estás ahí conmigo supongo que me pueden pasar cosas mágicas, y sólo la magia puede ayudarme esta vez.
Te cuento, Luna. Él tiene toda la ternura que el mundo necesita, el humor que los desquiciados anhelan y la paz que el ciudadano sueña. Se acercó de sopetón y me besó fugaz. Te juro, quedé queriendo más. Rozó mi piel con sus dedos y parecía un sueño entre nubes.
Ahora es un gran enigma si quiere o alguna vez querrá sentarse a mi lado.
Por eso, Luna, dame tiempo. Seré paciente, usaré tus dones para lograrlo, eclipsaré mis ojos con los suyos, debo descifrar este misterio.
No moriré sin él, no voy a mentirte y decirte que si no me ayudás me muero. Pero tenés que saber, Luna, la sonrisa que me produce mirarlo merece sostenerse en el tiempo. Es una de esas sinceras, cautivadas, gigantes sonrisas. De esas que sólo la simpleza y la veracidad generan.
Este hombre es el más simple excéntrico cautivador de miradas, y la sonrisa que él creó en mi, merece ser inmortalizada.

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