Kintsugi

Me junté.
Tomé cada pedacito de mi destrozado en el suelo y fui eligiendo. ¿Qué sirve? ¿Qué problemas quiero tener? ¿Quién quiero dejar de ser? ¿Sé quién fui? ¿Existe la culpa? Me reconocí en cada relación social que no concreté o quedó a medio camino de ser y lo vi. Las muertes. Cada mujer machista en mi fué muriendo de a poco, y el resto, agoniza: La de la violencia verbal, la de la psicológica, la de la violencia física, la de los celos, la mujer que no se sentía segura, la que no confiaba, la mujer que sufría impotencia constante e incurable, la mujer desesperada. Muertas, todas. No del todo, porque nada muere realmente, sólo se transformaron.
Pasaron de copar la morada de mi mente-alma a habitar una parte de la sólo-mente que me ayuda a controlar los impulsos innecesarios, ahora están ahí, acá, pero saben qué están haciendo. Están dejando que mi reflejo viaje a cada rostro que veo, a cada sonrisa o enojo que recibo de otro, para verme en eso y poder comprender. Tal vez, con todo ésto de haberme dejado arrastrar, pisotear, golpear brutalmente el corazón, pueda encontrar la verdadera libertad; esa que no pide ni da explicaciones, esa que te permite amar tus elecciones y reconocer la vida como lo que es: tesoro.

Divino tesoro.
Y yo amé tanto a todos, y odié tanto a tantos, y tuve tantas ganas de ahogarme profundamente en el mar de lágrimas y gritos de silencios que pegaba cada vez que mi vagancia no me dejaba ver solución, que hoy puedo recibir este lago calmo en el que me sumerjo para dar vida al real camino a recorrer.
Busqué detenerme, cuando en realidad parar es sólo un movimiento mas de toda la danza que es ésta aventura.
Ahora, con todas las piezas en la mano, habiendo tenido la posibilidad de descartar algo, me quedo con todo eso. Lo transformo en cicatrices de oro, valiosas como el aire mismo, como la pluma del ave, mis adentros se ven preciosos con todos esos dibujos que cuentan la historia. La historia de cómo llegué acá, y cuan fuerte puedo ser a pesar de cualquier adversidad. Porque jamás dejaré de decirlo: el sol es la riqueza que nos provee la resiliencia, estamos amaneciendo, estamos vivos, no pierdas ni un minuto mas de tu vida. Hacer. Sólo hay que hacer, al tiempo orgánico de tu ser.


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