El banco de almas

Desde la puerta vio amanecer. Era como si los rayos del sol, mientras bajaban, convirtieran sus huesos de coral, pesando mas. Tanta humedad que salía de su boca, se hacía humo y flotaban hacia arriba hasta desaparecer. Sentía que de tanta luz podía quemar su visión, y cuando cerraba los ojos cinco lucecitas verdes giraban en espiral hasta hacerce gigantes.
Se escuchaba a lo lejos perros soñando después de una noche de larga caminata, pájaros silbando como un sonar del barrio; los autos necesitaban apurar su marcha, el amanecer no les sentaba bien, quería decir que llegaban tarde. De repente una sirena cortó el mantra matutino, dió aviso. Y ella sintió que moría una vez mas. El sol hervía su coral, sus ojos podían ver perfectamente todo su contorno, el humo desapareció y el aire que pasó por su pecho fue frío. Todo a la normalidad.
Si después de tanto morir, las epifanías se vuelven mas y mas reales. Ella, todas las mañanas, soñaba despierta que era viva.

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