Hay una ecuación en mi vida, constante:
-Conocer un artista "x".
-No darle cabida.
-Volver a escuchar (mucho tiempo después).
-Enamorarme.
-Obsesionarme.
-Dejarlo, darle su espacio.
-Amarlo incondicionalmente por el resto de mi vida.
Hoy: en este tiempo, lugar, estado de ánimo, proceso mental, espiritual, sentimental, moral, irracional... Hoy, hay cosas que no puedo sacar de mi cabeza. Personas, personitas, viajes, montañas, mares, lagos, ríos, tambor, chalaca, candombe, pumbá, música, música, música.
Una pequeña persona que resulta ser muy gigante en su universo musical y sentimental, goza de certezas dolorosas como método de expulsión y purga. Esa persona, ha dejado todo por algo que sabía que quería hacer y ser. No era un sueño, un anhelo, un deseo. Era verdad, realidad, seguridad. Todo eso, dentro de un mundo líquido y poco concreto; un mundo que, intentando ser, te puede matar. Por dentro y por fuera, te puede matar.
Palabras más, palabras menos, la intención de expresarme reside en un sólo hecho: plantear el enigma ¿Hasta dónde llegamos cuando no conocemos nuestros reales límites?
Porque (en una peli lo decía el cientologo Will Smith) el peligro es real, pero el miedo una elección. Posta. Creeme que es así. El miedo paraliza la mente, pero nuestro cuerpo físico y biológico jamás se detiene, sigue envejeciendo, siguen creciendo las cañas, las uñas, las pestañas... Entonces, ¿a qué temer? O mejor ¿por qué?
Si morir, moriremos. Si las cosas que nos tienen que pasar, van a pasarnos, no como un plan macabro de alguna entidad literaria, sino como inevitable rigor de vivir. ¿Para qué llenarnos las cabezas con historias sociológicas, psicológicas, económicas, si al final cuando hay que cruzar una puerta sabes que tenés la llave tatuada en la propia piel?
El artista en cuestión, se llama Passenger. Canta en inglés canciones de amor y experiencias propias, graba discos amables pero toca sólo en festivales y bares y esas cosas, a veces se para delante de escenarios gigantes sólo con su guitarra. Su vida en si, se trató de expulsar todo lo que retrasaba su capacidad humana de vivenciar. Y sólo con su ejemplo y su capacidad para relajarse, inspira esa confianza que a muchas personas y personitas del mundo nos falta para salir a la calle a vivir la vida que queramos.
Porque, como carajo sea éste "sistema" o "estructura" que nos mantiene vivos, sólo las grietas serán las mejores puertas. Y los puentes, se construyen sólo en el intento de cruzar.
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