Soñé un día con Godzilla, también con una petisa idiota a la cual le reventaba la cara, aquella vez además soñé con un sillón super cómodo y una casa de madera. Mi novio llevaba una motito, pero no es todo del mismo sueño. El dinosaurio japonés gigante me fascinaba, aplaudía su destrucción y gritaba "Gochiraaaa!!! Gochiraaaa!!!". Mucha violencia se hizo realidad, obviamente no lo de los dos especímenes (tanto el alto como la baja), ni tampoco lo de la bi-rueda... Simplemente lo hermoso del tembleque de las manos, la voz fina pero potente, la mirada odiosa... Desorbitada.
Falta la belleza de los sueños, el sillón cómodo, la cabaña, el fuego, el piso, la alfombra... Sigamos soñando: El mar en invierno, o la montaña en primavera; un saco de lana, un whisky o un café, un habano de chocolate o un porro; la vida, el aire, la paz, la hermosa eterna libertad. Lo cotidiano es una poesia, malditos sean los que asi no lo toman. No por maldecir, sino por lástima. Dulce y hermoso se siente haber estado en el ojo del huracán. Roer los dientes con un chicle viejo. Fué una "canzonetta" la falta de aire, esos labios carnosos son inigualables.
Nunca se va la sensación de locura inerte, de miedos lejanos (pero tan cerca), las ganas de matar al mundo, lo simple de decir "Me subestiman" y saber porqué. No es reveldía, pero sí lo es.
Es todo a la vez, la puta madre, ¿es que no lo ves?
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