You got me!

Tintineando en una mañana otoñal, se sentó en la vereda fría a tomar mates dulces. Sus lagañas todavía cubrían sus ojos y sus labios se pegaban al cerrarse. Se había puesto la peor ropa para dormir, pero la mas calentita. Ahora, sentada, disfrutaba y se sentía libre. La calle no le entregaba nada motorizado, mas que de vez en cuando, el colectivo que a la tarde la llevaría a la rutina.
La bombilla hacía el ruido mas hermoso, el final del agua mojando la yerba la llenaba de esperanza. El termo conservaba su calor, hasta quemaba.
La vereda, el cielo y el mate eran la mejor escenografía para liberarse del mundo por muy poco tiempo. En silencio, volando por su mente, conectándose con esa que desde adentro, desde su alma, le gritaba ayuda todos los días.
Ella insistía "La ayuda llega con el destino, yo solo puedo cuidarte y defenderte. Pero no me pidas mas, no puedo hacerlo sola." Su escencia no creía en palabras, hasta que los hechos le dejaron perpleja. A ambas. El regocijo se compara con la adrenalina de tocar la boca amada, para siempre. El destino. Resiste. Quiere que sepamos que existe. Nos contempla, nos espera. Dios, no existe. Para magia, está el destino.

2 comentarios:

  1. Me encanta el poder de descripcion que tenes, porque te leo y me imagino el momento :) con decirte que siento hasta el sabor del mate jaja

    ResponderEliminar