Un placer religiosamente pagano

Me voy ahí donde el sol no nota mi presencia, donde puedo ser mas que dos simples ojos mirando al futuro que no existe...
Pero sí existe...
Suelo ser cínico, sepan disculparme. Es que un viejo como yo, que sólo ha tenido un placer en la vida, no puede darse el lujo de creer que hay un futuro... Menos creer que hay uno mejor.
Trato de reflejarme en los ojos de mis hijos, en los ojos de mis nietos. Fervientos adolescentes, rebeldes sin causa (o con causa, no se...), simples niños que no se dan cuenta lo que viene. No voy a decir que mis tiempos eran mejores, porque no los eran. Fuimos todos siempre unos ignorantes, preservadores de la especie... Simplemente eso... Mientras unos por allá liberaban países, otros masacraban gente... Nosotros preservábamos la especie nomas.
Hoy mi nietito hermoso que tanto yo amo, me dijo: -Son momentos pre revolucionarios, abue. Claro, si vos no entendés nada.- Me abrazó y me dió un beso en la frente tan llena de arrugas que tengo.
Entonces yo digo: Soy un viejo pelado, lleno de arrugas, mis nietos no me entienden y yo a ellos tampoco. Me persigue el sol por las mañanas y yo no quiero verlo. Tengo una cita con mi almohada derecha, donde descansa un lecho vacío. Sólo tuve un amor y nunca voy a dejar de adorarlo. No entiendo las revoluciones, ni las matanzas, ni el hambre, ni la codicia, no entiendo a mis hijos, mi silla de ruedas eléctrica a veces me gana la batalla...
Y hoy... Hoy. La putisima madre, no me trajeron mi chocolate.
Mis hijos, mis nietos, mi silla, los asesinos, los perejiles... Pueden irse a jugar con tierra. Porque hoy me escondo donde el sol no pueda encontrarme, porque la tristeza me inunda, porque mi único placer no puede llegar a mi boca.
Porque quiero chocolate. Me caigo y me levanto.