Exitosamente salgo del abismo que me condenaba, donde no podía escuchar ningún sonido. Ese abismo al cual no pienso volver ni aunque me arranquen el alma en el intento. Volví a la rutina de volverme cada día mas loca, a la rutina de poder mirar a la gente a los ojos. Volví a tener la valentía de acercarme a alguien con amor y alejarme de aquel que emana rencor. Salí aireosa del túnel que me sofocaba, pero no conseguí nada que me hiciera sentir diferente. Allá o acá, todo es lo mismo. Nadie te extiende una mano sin pensar en la recompensa, nadie excepto ustedes. Ustedes, flores de las casas vecinas, ojos tiernos que me miran, besos tristes con mi dolo, amor infinito, un gracias con respuesta. Mas allá del sol y de la sombra, cada cual disfruta de su infierno privado. Y el mío no es mas que un limbo, donde todo es mejor, donde nada es igual. Donde mis duendes duermen bajo la luz eterna de la luna triste, donde mis rosas no necesitan de sus espinas, donde mis amigos vienen a saludar y se quedan disfrutando un viaje infinito. Alguien mas desde una esquina me mira con envidia. Es el susurro maldito de la sociedad de los ciegos, aquellos que tienen miedo al cambio, que tienen miedo a la realidad. Y no importa de quién sea la realidad, para todos puede parecer igual. Pero aquél de la esquina sigue mirando, y con sus brazos cruzados cierra la puerta a la felicidad. Siento que se acerca pero no lo miro, y mis amigos se asustan que caiga muerta aquí en mi propio limbo. Dónde irían si yo los dejara? Qué sería de mi mundo si yo me fuera? Pero sigo firme esperando sus acciones. Se me planta en el oido, entonces, un susurro que dice que vuelva, que no decaiga, que no me aferre a lo que viene. Cómo no aferrarme a lo que viene, susurro, si ya perdí lo que pasó. No me basta con mirar a los ojos a la muerte y luchar por mi vida, quiero charlar con ella y preguntarle cómo llegó hasta acá. Quiero analizar psicológicamente a la muerte! Porqué no en vez de una oz llevar una flor en su mano!? Y el susurro se aleja mas alla de todo, hoy perdió la batalla. Pero toda mi vida será una guerra contra él, susurro terco. Ganaste mis primeros años, hoy elijo por mí.