Tenía un puñado de tierra roja en las manos. Le daban arcadas de tanto mirar el horizonte detrás de él. Todos esos árboles, charcos y piedras con los que se había dado coscorrones lo observaban a lo lejos e insinuaban que volverían, que lo harían miserable.
Hacía rato que no sonreía en silencio, en soledad y de felicidad real. Le habían mostrado un mundo, había elegido otro y, sin embargo, sentía la espina de esa vida a la que no se arriesgó. Todo eso que quiso controlar, comprar y dominar se volvió en su contra y ahora en vez de flores tenía tierra roja en sus manos. Siguió cavando, no hay tiempo para distraerse en sentirse mas hombre, vulnerable. Hay que morir y dejar algo parado con tu nombre en un placa debajo.
Gritó siempre su verdad, dejando que el cinismo dijera por él: "depende el punto de vista". Se olvidó que hay cosas que "son" y no hay forma de cambiarlas. Cosas como, por ejemplo, personas. Que por mas que parezcan objetos, son entes pluricelulares con conciencia de sí mismos y dueños de sus actos, recolectores de resultados de sus acciones, capaces de mutar y pulir su cuerpo inconsciente con el fin de sobrevivir.
Porque ser darwinista es pensar que cuando el caparazón me molesta, debo mudarme. Y no gritar, patalear y acostarme a remorderme la siesta del egocentrismo. Mutar, mudar, salir adelante. Dejar ir, soltar, entender. ¿No entendió esas palabras? No. Ni aunque le peguen en la cabeza con un diccionario.
Pero estuvo bien, sostuvo la tierra en sus manos, cada puñado que quitó del firmamento lo maldijo y lo lanzó a una montaña que pronto volvería a ser compacta, firme, como antes. Como lo veas, es como es. No importa qué te diga, o cómo te habló al oído las palabras mas dulces. No le creas cuando dice que está guardando la calma, porque sabés que en su interior está haciendo un berrinche. Pensás que ves al costado del camino a un hombre haciendo un pozo para plantar un árbol.
Sabemos quién es: un hombre que quiere que la tierra deje de ser tierra, alguien que no acepta al Mundo como és. Y va a seguir cavando hasta que le sangren las manos.
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