Los lentes que tenés sólo te permiten ver lo que está mal, reconocerlo entre todo y por sobre todas las cosas. Esos lentes se conectan directamente con todos tus sentidos y se alimentan de tu capacidad de imaginación. Asi que cuando hablás usando esos lentes, rezo para que no te muerdas la lengua y mueras envenenado.
Todo, absolutamente todo, está mal cuando ves con los ojos entrecerrados. Y lo que decís mientras desconfiás es carente de razones y altamente indescifrable. La erosión que me genera tener que armar el puzzle entre tus miedos, tus espectativas y tus vacas y leches pasadas me enferma el día, me lo contamina. Quisiera tener la capacidad de ser mas paciente, mantener mi temple y entregarme a las razoness y nada mas que a ellas. Pero no puedo, crece la ira, sube por mi cuello y se enrolla en mis ojos. Quiero decirte con todas las cuerdas vocales que existen en el mundo lo mucho que me invade la frustración cuando veo tu circunstancia como un pasaje a la real metodología de convertirte en un guerrero. Y mala se pone la mía, y me siento pequeña dándo gritos y entregando antipatías, o tal vez me siento adolescente, comiéndome en sanguche la melancolía.
Quiero vivir. Donde sea, cual sea la circunstancia. Pero quiero vivir. La destrucción está en la mente, previo a materializarse. Muchas veces no la vemos, hasta que llegó. Entonces no hay vuelta atrás y sólo queda la impotencia de reconocernos que sabíamos lo que venía y no hicimos nada al respecto, por un impulso egoísta y aniñado de agarrar todo el mundo con las dos manos.
No quiero eso para nosotros, te quiero vivo. Te quiero sonriente y confiado. Te quiero queriendo a quien quieras, pero sincero. Y nada de lo que digo está bañado en sufrimiento, son sólo instrospecciones y formas de analizar los sucesos, lo mejor que puedo, lo mas racional que mi cuerpo me deja.
No todo tiene que estar mal, ese no es el propósito de las cosas.
Las cosas son, como tienen que, porque estan empleadas por seres humanos que no son perfectos.
Son.
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