Cada uno tiene lo que se merece, nunca fui buena persona y he de saberlo bastante bien. Hoy sólo soy feliz con ver que las personas que amo tienen lo que se merecen por ser amables, comprensivos y solidarios; aunque a la distancia no compartan el cariño, el amor y la admiración que les tengo. En silencio profeso seguir guardando silencio en todo lo que tenga y no tenga para decir. Hasta para decir feliz cumpleaños, hasta para preguntar cómo se está, como se va a estar, si se es feliz. Es difícil afrontar las cosas que la vida a uno le devuelve, porque es verdad que todo vuelve.
Es difícil, claro, pero es necesario enfrentar lo que el universo tiene para vos, por todo lo que fuiste, lo que hiciste o a quiénes heriste. Yo sigo buscando a dios, pero no el dios que cualquiera puede pensar apenas se lo nombra. Sigo buscando esa unión espiritual que calme la bestia de mis temores, debilidades.
Es verdad que me sacaron gran parte de mi niñez, pero como apenas una adulta puedo entender realmente lo que hicieron. Cada uno hace lo que puede, se sobrevive como se puede. Aún así, no puedo pasar el resto de mi vida renegando por lo que hicieron de mi. Gran parte de eso yo lo abracé y lo sostuve. Creí tener absolutos valores, porque así me criaron, pero eso no significa que sean absolutos.
Hace poco tiempo descubrí que intento ser lógica más de lo que puedo hacer. Y no he hecho con malicia ningunos de mis errores; pero si, he hablado con malicia, he tenido rencor, he mentido sin razón. Vi siempre, SIEMPRE, desde lejos las mejores relaciones sociales. Todo lo que vos creas que te sostiene, no lo es, puedo saberlo porque lo veo desde afuera. No es ningún dato concreto, pero lo que te sostiene son las relaciones sociales que pudiste tener y mantener a lo largo de tu vida.
Mi vida, son mis dos amigas. Es la única relación que sigue aún en el tiempo, lugar y cambios de mentalidades que hemos pasado en el proceso de crecer. Pero aún así, no saben, ni entienden lo que significan para mi. Pueden y tienen millones de errores para remarcarme; yo... Yo no puedo decir nada. Las amo tanto y las valoro tanto en mi vida que no merecen que yo use mi boca para decir algo de lo que estoy en desacuerdo. Porque me paso la vida estando en desacuerdo con todo el mundo, ellas hacen que yo quiera estar feliz, tomar una birrita, disfrutar, poder charlar de cosas profundas como antes, como cuando éramos chicas, cuando nos ayudábamos a encontrar respuestas a todas nuestras dudas. Hoy no es así, todo lo que a ellas les pasa, es completamente desconocido para mi, sólo porque así lo quieren. Estoy lejos, yo me fui, es mi culpa.
Un día me encontré con una oportunidad de hacer algo que creí había nacido para ser. Mentiras, no quiero nada de eso. Todo lo que hice mientras era para que meramente me entere que no quería hacerlo. Pasaron tres años y sigo preguntándome porqué lo hice, siempre tengo nuevas respuestas renovadoras. Ahora mismo estoy en el limbo, en el puto LIMBO. ¿Sabés qué quería? Quería casarme con ese chico que conocí cursando la carrera, ese que me enamoró apenas lo ví cuando cayó con su bicicleta destartalada; quería casarme, tener sus hijos, joderles la cabeza a esos chicos, para luego dejarlos volar. Después, cuando una señal me advirtió salí corriendo y tomé la oportunidad. Hice cualquiera. Nunca, ninguno fue mi amigo. Yo sé que es difícil ser mi amigo, pero tampoco me adentré a un mundo positivo. Elegí mal. Elegí lo que pude, en realidad, porque el resto de la gente es demasiado culta para mi; los amigos de la gente culta, es gente mas culta. Qué se yo.
Estuve vagando por la vida buscando alguien con quien parar, sentarme a charlar, enamorarme, hacer el amor, ser amigos, ser amantes, ser compañeros, comprensivos. A la mierda con sus ambiciones. Las ambiciones sólo hacen que quieras más todo el tiempo, y que nunca sea suficiente. ¿Cuál es el problema de la gente hoy en día que cree que por querer lograr una familia y vivir para ella estás errada y sin futuro?
El problema es que estuve buscando en el lugar equivocado, haciendo las cosas erróneamente, realmente estoy cansada.
Ahora estoy sobrepasada de peso, de angustias, de lamentos, de malos recuerdos, de anhelos sociales que nunca me van a llegar. Estoy todo el día pidiendo que éste verano se enfríe así puedo ocultar mis heridas. Me duelen las rodillas, los golpes, la personalidad, me duelen los gustos, me duele la música, me duele la tele, la gente, el auto, el colectivo, la tarjeta urbana, me duelen los libros, la geografía y la religión, me duele el estómago de tanto querer llorar y no poder generar ni una lágrima. Me duelen las dudas y las certezas, me duelen las manos de tipear mis miserias.
Pero mas que nada, me duele. Que las paradojas se enlacen en un pedido general de todo aquel que hice daño, y hoy, después de tanto errar, hay una verdad en mi vida: sos vos. Esa verdad que ví en tus ojos mientras llorabas preguntándome "¿Qué? ¡¿Qué?!". Yo me iba, porque uno no puede negarse a las misteriosas tierras de los sentimientos, tiene que aventurarse a ellas; aún así estás en todo lo que hago, porque todo eso que quiero, quise y voy a querer hacer, tiene que ser a tu lado. No hay otra manera, mi verdad sos vos en la vida, como esa vez que hablamos de cómo queríamos criar nuestros individuales hijos y estábamos hablando de nosotros sin saberlo, sin conocernos demasiado.
Una cosa nada más. No me pidas más que sea más de lo que quiero ser.
Quiero ser madre y compañera.
Y el mundo, ante eso, me chupa un huevo.