Errores... Si los hay, me los mandé en un alto porcentaje. Ete aquí la cuestión de que una mujer como yo, una casi mujer; tiene la mala suerte de una relación enfermiza por parte de los dos entes que la compusieron. Ella se descompuso, él se fortaleció. Fue, ¿no? Una dice. Total, todos necesitamos a veces absorber la energía de otro, para transformarla en propia. Como dicen las abuelas "María está embarazada, seguro que es nena. Porque está re gorda. Las nenas, le sacan la belleza a las mamás". Algo así.
Fue, dijo la muchacha. En algún momento, el bien de karma, le traerá una alegría.
Pero la muchacha se impacienta. Comienza a probar labios, y personalidades que le brinden a ella estabilidad. Absurdo, pero real. Ninguna relación funcionó. Hasta que llegó un señorito con aires de grandeza y absoluta espontaneidad. Que le dió algo, algo que creyó era absoluto. Pero los posibles vientos anárquicos que parecían correr en las venas de aquél joven fueron palideciendo, casi quedando en brisa. Opacados por sentimientos sistemáticos como los celos y las reacciones absurdas. Cerró como pudo las puertas de ese castillo de mentiritas, y se lanzó a un nuevo objetivo: ¿qué era en verdad lo que ella quería? Y alguien, alguien que había estado a su lado tantas veces, y a quien ella misma aceptaba que amaba pero con un tinte amistoso, posó sus ojos sobre ella y sinceró el propio corazón. Un acercamiento de labios, que ya habían sido probados, derrumbó su corazón. Creyó, esa simple, idiota mujer, que las cosas saldrían bien. Pero la sociedad de los zombies, tiene muchísimas sorpresas para los pobres corazones, vagabundos y cazadores de cariño.
Resulta, que vale mas sopesar el peso de un frío cuerpo, destinado al testeo, que comprender razones que la mente es imposible de dilucidar. Que las energías son las únicas que pueden responder, en tal caso.
Mas bien entonces, piensa ella. Si estoy detrás de la muralla feliz que viven ellos, de lujuria y falsos códigos, no estoy tan errada. Pasaré la vida en el desierto de la locura, antes de pasar por zorra entre los umbrales de rosas negras despinadas.